sábado, 12 de mayo de 2007

Mujer todos los días


(Joven madre: Olga Sinclair)

Mujer todos los días

Por: Waldina Medina (Honduras)


Una madre puede hacer
todo lo que hace,
no por ser mamá
,
sino por ser mujer
.


Mamá es una mujer como las otras:
es alegre, tiene canas, se enoja

trata de adelgazar aunque no de a de veras

está enferma

casi no se cuida


mi madre se equivoca
mi mami alguna vez ha sido injusta

lleva sus cuantos errores a la espalda
sus pecadillos por allí escondidos
o deseados

pero mami crió a sus hijos ella sola
y a tres hijos más como a sus propios hijos ella sola

mas era yo tan joven cuando madre quedó sola
que nunca pregunté cómo comimos siempre
y ahora todavía no lo sé
pero tiene que ver con la multiplicación de los pesares.


Ya que es una mujer como las otras
mi madre quiso más de alguna vez

reflorecer su amor
pero los que idolatran el estéril espejo
no entienden
el prodigio
de la transformación del oro en sueños
y si no derrotó en esta batalla
por lo menos a la rabiosa soledad
ya la tiene enjaulada como la bestia horrenda que es
por el claro milagro de los nietos.

Mi mamá nos recibe cuando estamos cansados
y caídos

pero no nos convierte las espinas en flores

porque nos enseñó a quitarlas solos
y no es la más clara imagen de Dios sobre la Tierra
no alcanza requisitos para Santa
ni se parece en algo a la Virgen María


sin embargo

mamá puede reír aunque esté triste
madre puede amar aunque ella no sea retribuida

mami puede ayudar aunque ella
esté también necesitada
madre puede trabajar aunque haya trabajado hasta la madrugada
mamá puede aguantar aunque ya no aguante más.

por eso

mamá es una mujer como las otras
una mujer, sencillamente un ser humano,
le dan derecho a serlo
sus cuidados su ternura su amor por los demás
su aguante en aguantar que ya me habría muerto
y por tanto que es esa mujer
me asombro
me inclino
me acorazo
y no sé cuánto decir
cómo la quiero.

(Del libro: El Amor y sus Iras)

Abuela


Abuela

Madre soltera adolescente en la noche del tiempo

hija del campo pobre y laborioso

semialfabeta por milagro

en un lugar y época en que las mujeres debían aprender

únicamente

los oficios domésticos.


Apenas sobrepasaba la miseria

con su oficio de yerbera partera mortajera cocinera costurera . tamalera tortillera lavandera/

juntando centavo tras centavo

en su puño apretado

que no se permitió ningún pequeño gusto

para tener segura

la tortilla de cada día de sus hijos.

Mas tuvo que correr demasiado y sin tregua

con sus pobres recursos de madre soltera

adolescente y semianalfabeta/

y olvidó

vivir.


Ahora paralizan su forzada carrera

dolores incansables de los huesos y el alma,

voltea

se examina por dentro

sopesa el recorrido

recuenta los momentos que dejó de vivir

por emplumar la dicha de los hijos y nietos;

observa que no tuvo que ser por fuerza así

que tal vez debió aflojar un poco el puño

que tal vez debió escuchar la vez que el amor

llamaba nuevamente

que tal vez no debió purgar su vida entera

el pecado

de ser madre soltera

en una época en que la mujer tenía el único derecho

de autosacrificarse por los hijos.


Ahora

se le olvidan las cosas

se pierde a la vuelta de la cuadra

no mira bien, no quiere usar anteojos

no acepta que necesita ayuda,

reniega con frecuencia

se enoja de repente

y acribilla con las mismas historias sobre la ingratitud

de su familia y de su hijo

-con quien ella esperaba vivir en su vejez-

a todo aquél que tenga las orejas a tiro.

Ahora tiene un tumor de soledad

tan enorme

que es insufrible a veces.

Pero es la abuela

la mujer que nos cuidaba cuando mi madre

andaba en la rebusca/

la persona que dejó de vivir

por emplumar la vida de su hijo y sus nietos

el ser humano que nos salvó en la parte más dura

de mi historia

cuando yo era también madre soltera y no tenía

quien velara el delicada fuego de mi hijo

mientras yo andaba en el trabajo

en la rebusca del alimento y de la dignidad

que como ella no he transado jamás;

y cómo no quererla con todo y sus defectos

cómo no proponerle que viva en mi casa con mis hijos

aunque sepa que es imposible algunas veces,

cómo no desear llevarla conmigo a todas partes

como se lleva un pajarito frágil y tiritante,

cerca del corazón,

para que se desinflame el enorme tumor de soledad

que me le amarga la felicidad que ahora podría cosechar

si aceptara

que ya no hay marcha atrás

que no vivió su juventud

que el tiempo se le va

pero que tiene aún por qué vivir

y que, a pesar de sus defectos y los nuestros,

donde esté la acompaña

nuestro amor.



(Del libro: El Amor y sus Iras)