miércoles, 21 de febrero de 2007

Revaloración de la novela Sentas de Rafael Arévalo Martínez

Revaloración de la novela Sentas de Rafael Arévalo Martínez
Universidad Nacional Autónoma de Honduras
1. Introducción

Seis de las ocho novelas de Rafael Arévalo Martínez (RAM) son de tipo realista con evidentes fuentes en la vida del autor, e incluso algunas son casi autobiográficas, salvo algunos detalles. Por este camino trascurre Sentas , la primera novela escrita por RAM, en 1910, que ha sido ignorada o calificada como “una novelita romántica”. Pero Sentas desarrolla sin ambages, aunque sin naturalismos, un tema y un enfoque social insólito en la época: la violencia doméstica. Ahora que los estudios de género, la crítica literaria feminista y la lucha contra las injusticias por razón del sexo han obtenido su puesto en la vida social y cultural, es tiempo de revalorar esta novela, que es mucho más que una novela romántica tardía y mucho más que una ficción.
Para estudiar la obra RAM es imprescindible conocer sus datos biográficos y familiares –a continuación resumidos-, pues en sus novelas y muchos de sus cuentos son evidentes las relaciones con su vida personal (cfr. Arévalo 1968; Carrera 1975; Carrera, s.f.; Noguerol 1997):1
1884: Nació en la Ciudad de Guatemala el 25 de julio, hijo mayor del abogado José Rafael Arévalo Arroyo y de Mercedes Martínez Pineda. Su hermana María Adelaida, con quien irá a su primera escuela, nació en 1885. En 1887 nace María Teresa; en 1889, Emilia de la Luz; en 1890, Mercedes; y en 1891, Carlos.2
1890-91: Ingresó en la Escuela de Primeras Letras de doña Concepción Aguilar y en el colegio de don Luis Castellanos.
1892 a 1902: Estudió en el Colegio de los Infantes hasta el Segundo Año de Enseñanza Secundaria para obtener el título de Bachiller.
1903: Trabajó de dependiente en varias tiendas comerciales.
1903 a 1904: Trabajó en dos oficinas de Cambio de Moneda.
1905 a 1907: En el Banco Agrícola Hipotecario. Un poema suyo es publicado en uno de los diarios capitalinos.
1908 a 1911: Trabajó como profesor de Gramática e Historia.
1909: Obtuvo el primer premio en el concurso de la revista Electra.
1910: Muere su hermana Emilia en diciembre, por tisis.
1911: Muere su madre a la edad de 55, por un ataque cardíaco, ni un mes después la muerte de Emilia. A los seis meses, se casa para toda la vida con Evangelina Andrade Díaz, de 16 años, con quien tuvo 7 hijos. Él tenía 27. Su padre no asistió a la boda, “porque seguía llorando en silencio a su esposa” (Arévalo 216).
1911: Publicó Maya, su primer libro de poemas, prologado por José Santos Chocano.
1921: Muere en enero su hermano menor Carlos a los 20 años. Su neurastenia aumenta. Viaja a San Francisco para internarse en un sanatorio, pero vuelve un mes después, por sentirse muy solo.
1921: Muere su padre, casi a los 66 años.
1927: Publica en un solo tomo las novelas Las noches en el Palacio de la Nunciatura y Sentas.
1975: Murió el 12 de junio en la Ciudad de Guatemala, casi a los 91 años de edad.

2. Revaloración de la novela Sentas
a. El realismo y la realidad en las novelas de RAM
Por sus obras más conocidas, tales como varios de sus poemas y sus cuentos “El hombre que parecía un caballo”, “El trovador colombiano” y “La signatura de la esfinge”, se clasifica a Rafael Arévalo Martínez como un autor modernista y posmodernista. Pero, “tanto en la poesía como en la prosa de RAM se encuentra una doble tendencia estilística: por un parte, la influencia dariana y, por la otra, la capacidad de Arévalo Martínez para lograr una prosa límpida, directa y clara” (Liano 1997: 89). La segunda tendencia predomina en sus novelas; a veces con transcripción directa del habla coloquial.3 En seis de sus ocho novelas predomina el realismo en sus tramas y temas (Hondura, Las noches en el Palacio de la Nunciatura, La oficina de Paz de Orolandia, Una vida , Manuel Aldano, Sentas ). Por eso, es más que arriesgado afirmar que RAM es modernista en toda su obra en prosa, tal como lo dice Estrada.4 Son tan realistas sus novelas que en ellas son evidentes las relaciones con la vida personal de RAM. Para corroborar esto, basta leer sus obras y sus aseveraciones: “¿Mi vida?... lo que importa escrito está en mis obras. En ella nada hay que no tenga íntima relación con mis experiencias”. Asimismo, RAM hace expresar a Manuel Aldano: “Por muchos libros que escriba un hombre, a la postre no hace sino retratarse él mismo, por objetiva que quiera hacer su obra, pues todo trabajo literario en su esencia, es forzosamente autobiográfico” (1998: 114). Ahora nos concentraremos en el realismo de Sentas y la relación de la obra con la vida personal del autor.

b. Revaloración de la novela Sentas
1. Descripción de la obra
Sentas es una pequeña obra de sólo 48 páginas de siete por cuatro pulgadas.5 Escrita en 1910, cuando su autor tenía 26 años, fue publicada en un mismo tomo con Las noches en el Palacio de la Nunciatura en 1927, 17 años después. Los protagonistas son el coronel Estrada y Sentas; los acontecimientos están contados por un narrador personaje o intradiegético, quien pasa al protagonismo cuando habla de sí mismo.
El texto está dividido en diez partes. En la primera (105-108), el narrador-personaje cuenta cómo conoció al temible coronel Estrada, padre de Sentas, a través del juego de ajedrez. Éste lo lleva a su casa en la que nadie ajeno a la familia había puesto el pie. En la segunda parte (108-121), el narrador-personaje entra en la sala en la que mil detalles denotan la presencia de una mujer, conoce a la esposa de éste, a Sentas, que lo impresiona vivamente, y la hermana menor. Explica porqué a Josefina le apodan Sentas. A insistencias del padre se emborrachan sin interrupción más de tres días, algo que el coronel acostumbra de cuando en cuando. A consecuencia de una de sus múltiples riñas, el narrador-personaje sale de la esa casa ofreciendo darle puñaladas al coronel y éste le hace unos disparos que no acierta. Recuperado de la borrachera, es indiferente a su miseria, pero piensa en Sentas. En la tercera parte (121-127) el narrador-personaje evita los círculos de ajedrez para no encontrarse con el coronel, procurando apartar de la mente las imágenes de embriaguez y sólo conservar la de Sentas. El coronel llega, se ponen a beber y a jugar ajedrez y le gana todos los juegos. Salen a la asociación de militares a seguir bebiendo y jugando, siempre le gana al coronel, pues el instinto le dice que es el único modo de conservar su estimación y respeto. Van a la casa del coronel. En la cuarta parte (127-134), Sentas los recibe a la puerta, pero desaparece. Los atiende la madre y conoce las otras dos hijitas, y se entristece porque vivan más niños en la casa del terrible militar. Reaparece Sentas y el narrador-personaje la describe. Vence dos veces al coronel y ésteo lo hace jugar contra Sentas quien lo vence con facilidad (siempre ganaba a su padre). Le impresiona su clara inteligencia como ya le había impresionado su frágil belleza. Su confianza de ajedrecista invencible cae, y el padre ríe irónicamente y mira con placer a su vengadora. Se despide al fin. En la quinta parte (135-136, menos de una página) el narrador-personaje se hace familiar en esa casa y se gana el cariño de todas, hasta de la sirvienta. En la sexta (135-143), el narrador-personaje visita a Sentas y la encuentra hosca y colérica porque el padre las ha vuelta a maltratar. Narra otro ataque a todas de él hacía un año en que intervinieron los vecinos. Sentas enfermó no de los golpes, sino de la conmoción nerviosa y en su larga enfermedad el padre la atendió con solicitud y se alegró muchísimo y la cubrió de regalos al restablecerse ella. Pero progresivamente la violencia volvió. Toda la familia y el narrador-personaje temen al coronel y ellas caminaban de puntillas en su presencia, temerosas de hacer algo que despertara su furor. En la séptima parte (144-145), el coronel pone en manos del narrador-personaje, un nombramiento oficial. Se desarrolla el idilio, trabaja algunas horas, estudia más sus textos de medicina, todas las horas libres las pasa con Sentas y es feliz en compañía de ella, su madre y hermanitas. En la octava (146-148) es narrador-personaje es trasladado a otra población, con mucha pena de alejarse de su amada. En la novena (148-150) el narrador-personaje no recibe respuestas a sus múltiples cartas a Sentas y a los tres meses, desesperado, abandona el trabajo y vuelve a la ciudad y a la casa donde ella vive. Dos vecinas le impiden llegar hasta allí y le cuentan que ella ha muerto por una enfermedad. En la última parte (150-152, página y media), se da cuenta de que Sentas murió a causa de una golpiza de su padre en la que intervino la policía para quitársela. Murió con el nombre de él en su boca.

2. Tipificación literaria
Como puede verse, “Sentas es, sobre todo por su final y desenlace, una novela tardíamente romántica” (Carrera 1975: 23). En efecto es romántica por su lenguaje, el amor imposible que relata, por la visión de la mujer, delicada, frágil, enferma,6 lo que la hace más atractiva al narrador-personaje, y la exaltación sentimental de éste ante la muerte de Sentas al final de la obra:
... No; no estaba enferma, ni distante... estaba muerta. Muerta. Todas las fuerzas humanas aunadas no me podían dar otra vez la visión de la adorable imagen que estaba en mi alma y que ya sólo en mi alma tenía vida. Las dos mujeres se habían visto a los ojos en una interrogación muda: las dos comprendieron con el fino instinto de la compasión femenil que no podían, que no debían engañarme. Y de la boca de la madre, y de la boca de la hija, salió al mismo tiempo la misma frase: “está muerta”; “está muerta”. ¡Sí, me acuerdo de todo lo que pasó después, así en la mente del condenado a muerte deben quedar las imágenes de sus días de capilla, hasta que deja de existir. Así borrosa y a la vez, fijamente. A pesar de mi agonía mis ojos miraron y guardan la imagen de un diván en el que me senté: de mujeres que acudían al espectáculo gratuito de un gran dolor... Recuerdo detalles falsos de su muerte con que intentaron aliviar mi vida: una breve enfermedad que la arrebató sin sufrimientos... Recuerdo detalles verdaderos: que murió con mi nombre en sus labios, que murió llamándome que su último pensamiento, su última palabra, su último suspiro fueron para mí. (1988: 149- 150)
Vista como romántica es una novela bien escrita y estructurada, pero sin excelencias ni novedades. Empero, su verdadero valor y originalidad están en lo que se opone al romanticismo y al modernismo: sus temas y enfoques. Carrera (1975: 23) señala que en Sentas falta el paisaje como elemento resonador de los estados emocionales de los personajes (en verdad falta del todo el paisaje); además plantea que con esta obra,
Arévalo Martínez tiene el mérito de ser –con Ramón A. Salazar, quizás el primero- la primera “novela de ciudad” que aparece en Guatemala y quien más novelas de ciudad ha escrito. En este sentido, sus novelas son anti-románticas y anti-modernistas . Ademá,s aparece en Sentas el primer germen del “zoomorfismo, pues el padre de Sentas es comparado con un perro7 ( Carrera 1975: 24)
También Sentas es presentada como muy inteligente, colérica, nerviosa, celosa, caprichosa, buena y mala, lo que no corresponde a la heroína romántica típica:8
... y después, después, hubiera amado en su rostro las huellas imborrables de una enfermedad o la capa oscura de un deshollinador. Después amé todo lo suyo. Después amé sus celos, que la hacían desear los suplicios más refinados para sus rivales. Después amé los caprichos que agotaba su cuerpecillo nervioso, amé las cóleras violentas que movían su delgado tallo de margarita y la dejaban, al terminar, cansada, exhausta, en un reposo huraño. Amé lo más oscuro de sus sentimientos: las envidias que no me disfrazaba. Lo amé todo en ella: el bien y el mal, que por un prodigio era capaz de encerrar, en grandes proporciones, mezcladas y tempestuosas, el frasco de perfumes de su cuerpo pequeño. Una educación completamente libre, en la que ningún sentimiento fue reprimido, la hacía así. Y tal vez por natural la quise tanto. Preferí, sin poderlo evitar, su pecado a la virtud opuesta adquirida al precio de una mutilación. (1988: 130)
Pero lo más novedoso y actual en Sentas es su tema inusitado (y tal vez tabú) en ese tiempo: la violencia doméstica que, junto con el alcoholismo, es tratado sin ambages pero sin detalles de tipo naturalista. Incluso se aborda la corrupción del poder político, pues el violento y alcohólico Coronel “tenía gran influencia con los que regían los destinos del país” (107) y cuando éste le entrega el nombramiento de empleado oficial que obtuvo con facilidad por su influencia, el narrador comenta: “Lo que probablemente hubiera negado a la honradez y al mérito, lo concedía sin vacilar a mi habilidad de ajedrecista” (144).
No entendemos cómo los críticos no han notado y señalado este contenido social de la novela, pues entre el mismo final “romántico”, está este fragmento (que Carrera copió integro en su libro citado) que transcribimos ahora:
Y más tarde, cuando pasaron muchos días, cuando empezó mi existencia regular de autómata, la verdad, la verdad desnuda. La terrible historia de la infamia de un padre beodo y enloquecido.
Fué... fué [sic] que perdió el coronel la posición oficial que tenía; que apuró mucho alcohol buscando olvido o aceptado de las manos de amigos torpes fué que llegó inconsciente y enfurecido a su casa. Y allí se desarrolló la tragedia.
Se sentó en la mesa, pidió cognac. Sumisamente Sentas ensayó impedirle que lo bebiera. Y de pronto, en una ciega explosión, todo el alcohol que corría por sus venas hizo afluir la sangre a su cabeza y lo tornó loco furioso a la oposición de la inocente niña. La maltrató brutalmente; la arrojó al suelo; cayeron los tacones de sus botas claveteadas sobre el delicado cuerpo. Y cuando la arrancaron los agentes del orden de su encarnizamiento en maltratarla, ya Sentas estaba condenada a muerte. Tenía lesionados órganos importantes. Estuvo en cama algunas semanas; se levantó pocos días después como si se iniciara una convalecencia. Pero ya la madre sabía que era engañosa toda esperanza. Pronto de nuevo cayó en el lecho para no abandonarlo más.
Ante su martirio, corazones endurecidos se contrajeron de angustia. Cada movimiento del cuerpo exangüe, dolorido, arrancaba una queja a su adorable boca. Y aquella boca de la que vivió pendiente durante varios días la madre desconsolada, no tuvo el nombre de ésta, no tuvo otros nombre son el mío al expirar. (150-152)
Y obsérvense que hasta los agentes del orden entraron a la casa y “la arrancaron de su brutal encarnizamiento en maltratarla”, de modo que fue tan grande el escándalo que los vecinos (tal vez aquellas dos mujeres que informaron al narrador-personaje de la muerte de Sentas) o la misma familia, debieron pedir ayuda, incluso a gritos, para que llegaran los agentes del orden. Pero es tan evidente que hay mucho más que sentimentalismo romántico en esta fatal agresión del brutal padre contra su hija, que no entendemos, repetimos, cómo puede esto soslayarse. Máxime que desde el primer párrafo y en toda la obra, RAM caracteriza al coronel Estrada como un hombre muy violento, a quien el alcohol desata todo su furor:
El temido coronel cuando me encontró en la sala de su compañero de armas, el general Z., me dirigió la mirada de odio y de desprecio que fijaba en todos (...) fui presentado al padre de Sentas como uno de los mejores ajedrecistas de la ciudad. La mirada de desprecio inmediatamente se dulcificó. Tenía un título para su estimación, el mejor de los títulos. Y cuando aconteció el extraño hecho, cuando con sorpresa general lo vencí en la más empañada partida que pudo darse jamás, me vió [sic]con odio y con estimación al mismo tiempo; hasta casi puedo decir que con odio y con cariño. (...)sin más preámbulos, me invitó a que jugara con él. Se sentó groseramente en la mesa... (105)
(...)Empecé pronto a hacer destrozos en el campo contrario. La rabia y la consternación contrajeron el rostro de mi rival (...) mil veces hubiera suspendido l apartida, ante la grosería de su manifiesta cólera y por miedo a que me diese de golpes como parecía a punto de hacerlo. Cuando le tomé la reina, rompió de un puñetazo la caja en que se guardaban las piezas. Confieso que me dio miedo. Lo amenacé con abandonar la partida si él seguía empleando esa violencia. Esto hubiera sido matarlo, y así me lo manifestó, dulcificando sus modales. (...) cuando vio que el jaque mate al rey era cierto, se levantó de la mesa como un energúmeno, echando espumarajos de rabia por la boca. No me golpeó porque me veía como una fuerza sobrenatural; como un sér [sic] superhumano. Además, ofenderme hubiera sido perder la única probabilidad de un desquite. (106-107)
Si hubiera podido negarme a buen seguro que lo hago, pues (..) temía la cólera del coronel y sus violencias. (108)
Comprendía que si no dejaba ganar ni un juego al coronel, lo que me era posible, tal vez se encolerizase hasta un grado que yo no podría prever. (111)
...la muchacha, comprendiendo que el tirano volvía a su habitual intolerancia, suspendida un momento por la absorción del juego, retiró prudentemente su silla. (113)
...bebía bastante; y que cuando tomaba licor en gran cantidad, como en la noche precedente, experimentaba la necesidad de seguir embriagándose durante cinco o seis días más. Eran temporadas de vicio, temidas como un castigo cruel por su familia, a que se entregaba de tiempo en tiempo. (117)
Cuando estaba encolerizado era terrible. Sus manos destrozaban como el rayo. Golpeaba a los mismos seres amados: aún padecía su esposa una enfermedad incurable, producida por un golpe de su terrible marido en un instante de inconsciente furia. Jamás descendió a la dulzura que aun los peor dotados emplean en sus momentos de expansión. Pero sabía a una frase lacónica, a un gesto suyo, darles tal expresión que constituían una caricia. Comprendí que lo amaran. (125)
Le gané todos los juegos. Una sombría cólera, una desesperación muda se apoderaron de aquel hombre cuando concluimos las partidas. (126)
Asimismo, aparecen ante nosotros todas las manifestaciones del síndrome psicológico de la violencia doméstica, con sus síntomas de enclaustramiento y permanente pavor de las víctimas, con sus ciclos de tensa “calma” y brutalidad característicos:
Y he aquí que ya estábamos en su casa. Ninguno podía, como yo, gloriarse de haber puesto pie en ella. El inabordable tirano tenía en reclusión a su familia. (108)
Tenía cerrada su casa hasta a los más íntimos conocidos, celoso de su bella mujer y tiránico y brutal como era; y se entregaba a actos de violencia en sus relaciones; actos que lo hacían peligroso compañero. (117)
Cuando después me relacioné más íntimamente con la familia de Sentas, pude percibir qué rara vida se llevaba en el hogar del coronel Estrada. La determinaba toda el terrible militar. Si estaba en sus buenas horas de expansión, acariciaba a su gentil consorte y era dadivoso con ella y con Sentas. Si estaba en sus horas de sufrimiento, llegaba hasta a maltratarlas. (118)
Tenía ya demasiados detalles sobre la vida privada del coronel, para que no me diera tristeza que en su casa aún hubiese más niños. Aquel hombre llevaba la barca de su familia como un remero loco; y a veces su carácter violento imprimía tales oscilaciones al barquichuelo que parecían hacer inminente un naufragio más o menos tarde. Y angustiaba saber que en el momento supremo habría niños que se agitarían sobre las olas. (128)
Una vez más el padre las había maltratado. (...) las borrascas de aquel hombre mataban a las mujeres que estaban unidas a su vida. En un acceso de beodez había sido golpeada la esposa. Probablemente los resultados no serían graves. Un buen vecino la sustrajo a las brutales manos. El temor y la angustia la habían enfermado y en aquel momento dormía. (137)
Gustaba el padre del café hirviente hasta quemarse los labios. Si así no se lo llevaban, la casa entera se conmovía con expresiones de su cólera. (..) Es lo cierto que al llevárselo a la boca el padre lo encontró frío y la ira arreboló su semblante. Arrojó la taza a la cabeza de su hija y después la golpeó cruelmente. Intervino la madre aterrorizada. Un golpe algo fuerte podía destruir la delicada naturaleza de Sentas. La salvó a tiempo de las brutales manos, pero ella en cambio fue la víctima. Aquel hombre ese día maltrató a todos los de su casa (...) Hasta la sirviente; hasta el perrillo que contraído bajo un mueble aulló dolorosamente. Intervinieron los vecinos. Pero

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